Una vez más hay estaban los abuelos Maribel y Marcelino de visita, mi madre siempre intentando molestar lo menos posible, era un encanto verlos. Mi padre no había querido operarse hasta ver a June, y June cumplió naciendo un poquito-bastante antes de lo previsto. Mi madre la miraba y le decía cosas, esas cosas que sólo se dicen abuela y nieta.
Pero a la vez que la tenía, la observa con detenimiento, hasta que dijo: "Donde el párpado del ojo tiene unas manchitas", a lo que le respodíamos: "qué sí mamá, es de nacimiento, ya te lo dijimos ayer y antes de ayer, ¿nos lo vas a preguntar todos los días". Así se quedaba, un poco refunfuñando, pero mirando bien para saber lo que era.
También vino Daniel que se encontraba un poco desubicado, ya el primer día se asustó un poco al ver a Ana en la cama, no hay hospital que pueda gustar a un niño, y luego algo decepcionado ya que el creía que iba a tener una primita con la que podría jugar, que ya caminase y hablase como él, por desgracia rápidamente se dio cuenta que ésto no podría ser así.
Se me ocurrió preguntarle a mi padre cuantos pañales había cambiado, el dijo que muchos, mi madre reafirmó que no le hiciéramos caso, que ninguno. Así que como había que cambiar a June le dije que lo hiciera él, mi madre chillaba desde el fondo: "Déjame que lo haga yo, haber si va a hacer un estropicio", ante mi negativa, le tocó a mi padre que ciertamente se mostró diligente y más hábil de lo que intuía mi madre que no quitaba ojo a la escena desde el fondo.
Pero la verdad que el hombre se apañó bastante bien y June ya puede contar que su abuelo la cambió a los pocos días de nacer. Tengo que decir que hasta la fecha ha sido y sigue siendo el único pañal que ha cambiado, no es algo en lo que se prodigue, ni tiene por que serlo.