A finales de octubre emprendimos esa aventura desconocida como padres, que es la búsqueda de guardería para June, luego vendrán la de colegios y otras cosas que uno pensaba que eran mucho más sencillas. La estrategia para la guardería de June la teníamos clara, había que molestar a los abuelos lo menos posible y apañarnos nosotros de la forma más cómoda para nuestros horarios de trabajos, hasta aquí perfecto, el resultado, todo lo contrario. Nuestra primera opción fue cerca de la oficina, pero la visita a la guardería nos dejó un poco fríos, a sabiendas de que tampoco se podía esperar mucho más, luego visitamos otra por el barrio de Las Fuentes, que tampoco dista mucho de nuestra oficina, lo tenían todo muy bien montado para el
business, demasiado para mi gusto, nuestra tercera opción, y última, era la que habíamos desechado por estrategia, era la guardería que está cerca de casa de mis padres y donde mi hermano también llevó a Daniel, la visitamos y nos gustó, al menos, en comparación con las otras dos, que uno no se hace especialista en jardines de infancia por haber visto tan sólo tres, el problema es que no tenían plaza para June, y eso sí que era un gran problema.
La guardería es
Patinete, en la calle Pamplona Escudero, 12, Pilar nos atendió muy bien, e intentó por todos los medios ver si nos podía hacer un hueco ya que mi sobrino había sido ex-párvulo allí, se anotó nuestro teléfono y quedó en llamarnos. Nos encontrábamos en un callejón de difícil salida, o esperar, o apuntarla en la que teníamos cerca de la oficina aunque no fuera la más correcta de las decisiones, debatiendo este crucigrama estábamos al sabor de un buen café en el
J3 y nuestro amigo Jorge nos dio la solución, casualmente su mujer trabaja en Patinete y casualmente acaban de tener a Diego, con tan sólo dos meses menos que June.
Jorge con inteligencia me apuntó el fracaso de la estrategia planteada inicialmente, —"mira que los críos se ponen malos a menudo, los tienes que dejar con los abuelos, así que mejor que la guardería esté cerca de los abuelos, para que les sea más cómodo llevarlos y traerlos"—, y tenía toda la razón, los abuelos, por suerte para los que podemos contar con ellos, son una auténtica válvula de salvación, generosamente, él se ofreció a hablar con Patinete para ver si nos podían aceptar, y dicho y hecho, a primeros de noviembre, June ya estaba inscrita en Patinete.
Ahora le tocaba el proceso de inserción y de abandono paulatino de la madre, un mes antes de su incorporación definitiva, desde Patinete trabajan muy bien estas conductas, y más que un lugar donde aparcas a tus hijos durante unas horas, se convierte en un lugar donde se trabajan conductas y se hace a los niños más autosuficientes. Así fueron los primeros días, madre e hija en la guardería compartiendo juegos, sueños y bocas manchadas de comida.
Los niños son muy graciosos, enseguida interactúan entre ellos, son conscientes de que sus padres no están, y más al ver otros, y también aprenden a saber que no pasa nada por ello, los unos aprenden de los otros, los pequeños son juguetes en los que tan sólo les aventajan unos meses, éstos observan con avidez y aprendizaje a los que ya han cumplido un año o más y están en las otras salas del jardín de infancia. Mientras juegan, todos aprenden a hacerse un poquito más mayores en su medida.
A June la cuidan Susana y Raquel, dos chicas maravillosas, la combinación perfecta entre dulzura y vitalidad, un poco de fantasía y sueños, mezclados con realidad y cariño. Los juguetes se esparcen por la sala en busca de niños que lo quieren tocar todo, después de un rato, su madre deja a June por una hora sola en su nuevo hogar educacional, ambas lloran, June a lágrima viva al saber que no está su madre, su madre lagrimea por dentro por distanciarse. Una hora que se hace eterna y no deja de ser insignificante en una vida, una hora que marca un antes y un después en la vida de June.
03/11/2011