El mar recibía las primeras visitas. Las toallas tapaban su piel poco a poco, como el goteo de una vela. La sombrilla clavada en el centro ejercía el magnetismo de una bandera al viento. El mar, bien cerca, esperaba. June se sentía abanderada por la sombrilla y rotaba a su alrededor intentando poder sacarla de su cautiverio matutino.
Peleaba con todas sus fuerzas, aguantándose sobre sus piernas nóveles y aferrándose al mástil como si le fuera media vida. En cuanto se sentía segura iba hacia abajo en busca del cacharro rojo que había visto apretar, lo miraba, lo volvía a mirar e intentaba hacer la operación a la inversa.
Ante un "June ten cuidado" levantaba su cabeza y sonreía para volver a intentarlo. Era como una sonrisa sobornadora buscando permiso para lo que sabía no tenía que hacer. Era una sonrisa que conseguía su objetivo.
Ante el segundo "June ten cuidado" se nos devolvía la misma sonrisa o tal vez multiplicada. Sonrisa que devolvíamos con toda gratitud. Aunque estaba claro que lo volvería a intentar.
Pero por suerte, nos quedaba el mar, el mar que se adivina, ese mar que se deja peinar por los vientos y al que espera June como si en el Titanic viajara: "a por el mar"
Os dejo un vídeo con la genial canción de Aute, "A por el mar", banda sonora de este post:
20/08/2012