Entre tanta felicidad del nacimiento de una hija hay un momento, o mejor dicho varios, en los que toca pasar por un calvario muy particular, y no es otro que el de los papeleos para inscribir a tu hija. Cuando eres primerizo es horrendo, de aquí a allá, siempre con cosas que faltan y si están bien hay que repetir por si acaso. Pero llega el segundo y como se te ha olvidado todo vuelve a pasar lo mismo y el calvario se vuelve a repetir.
Por suerte siempre te toca con gente maja y dado que esta vez no nos lo dieron muy bien en las clases de preparación al parto, la chica que me tocó en la seguridad social me lo dejó todo bastante claro y detallado, de tal forma que tan sólo me tocó ir dos veces más al mismo sitio. Por pena con personas distintas y a cada una de ellas le tienes que volver a explicar todos los procesos.
El que esta vez fue mucho más relajado fue el registro, a pesar de tocarme un lunes, ya que Naia nació en sábado, no había casi gente, se nota un montón que la inmigración ha bajado en la ciudad. También tuve mucha suerte con el nombre que no me pusieron ninguna pega. Por fortuna, en cuatro días y con muchas horas perdidas y otras ganadas al ir con la bici a todos los sitios, conseguí tener todos los papeles en regla. Prueba superada.
29/04/2013