Después de la Nochebuena, Navidad y demás empachos familiares, huimos a Asturias, y es que no se puede definir de otra manera cuando el viaje tiene por destino el paraíso. El sol durante el día, el fresco húmedo durante la noche, verdes los campos, azul el mar, hasta June se dejaba emborrachar de esa magia con que siempre nos regala Asturias. A pesar de que nos refugiábamos al calor de la chimenea en el interior de casa, en cuanto veía la puerta abierta, June se ponía su cazadora y salía con su pijama a respirar magia.
No se podía estar mejor, estábamos en casa, estábamos en Asturias, ya sólo nos quedaba esperar el fin de año al calor del fuego y de nosotros mismos.
30/12/2012
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