Durante parte del mes de mayo, todo junio y parte de julio, un día a la semana le tocaba a June sus 12 clases de natación de 35 minutos, fruto del regalo que los Calavia's le hicieron por su nacimiento. June acudía muy bien sin saber para qué, y aunque algunos días no pudo ir por estar enfriada se lo pasaba pipa. Sólo dejaban entrar a un padre y por fin un día de julio me dejaron entrar también a mi para verla y no perdí ningún detalle de sus primeros avances natatorios.
Algunos días le daba por participar y hacer todo lo que le decían, otros por contra se ponía tiesa como un palo y colaboraba más bien poco. Su piel blanquita contrastaba con el agua azul y a duras penas movía las piernas sintiéndose muy bien agarrada por su madre.
A cualquier ruido se despistaba, que venía un niño nuevo, pues ella tenía que ser la primera en enterarse, June siempre al filo de la noticia.
Luego volvía a su rutina mirando el agua preguntándose cómo había crecido la bañera de casa.
Dentro de la piscina hacía un calor horroroso, entre el sol de un día de Julio y el calor húmedo de la piscina, sólo lo disfrutaban los que se metían dentro de la piscina, los de fuera, sudábamos a chorros.
Ana no hacía más que intentar que June le hiciera algo de caso, pero había muchas distracciones mientras la gente comenzaba a llegar y todavía no había venido la profesora.
June fruncía la boca e intentaba mover las piernas como le decía su madre, pero entre posar y moverse pasaban largos segundos.
Aquí es donde me tocaba esperar casi siempre, esperando para sustituir a Ana y cambiar a June, una espera entre whatsapps, iPhone, iPad y revistas de estética.
Y aquí algunos vídeos:
02/07/2012
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