Hasta hace unos años, Ana y yo, no nos perdíamos las fiestas de San Fermín en Pamplona, pero últimamente nos ha tocado vivirlas en la distancia, aunque es inevitable sentir la sangre navarra que llevo dentro, como diría la canción, y no hay un encierro que me pierda a las ocho de la mañana, pase lo que pase. June este año ha visto alguno conmigo, no se ha enterado mucho, pero le hacía gracia tanto ruido y barullo. Otros días prefería seguir durmiendo como tantos en la plaza del Castillo.
Uno de los días que nos tocó ir a casa de sus abuelos, la vestimos de pamplonica, lucía su vestido blanco y un pañuelo rojo, de los que tantas veces nos había acompañado entre las barracas, los bares y la plaza de toros para ver finalizar el encierro.
Por un momento, June, tomó su taca-taca con forma de automóvil loco y casi parecía que quería tomar camino hacia la fiesta, ¿lo llevará en la sangre?
10/07/2012
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