viernes, 2 de agosto de 2013

Silencio en la noche



Los días se acortan entre idas y venidas. La noche llega a la planta del hospital como si fuera una niebla que todo lo cubre y todo lo cambia. Las luces y las voces se apagan y tan sólo el llanto de algún recién nacido cercano rompen un silencio que parece sagrado. Pero la noche no es sinónimo de descanso, Naia llama a su madre cuando tiene hambre sin entender de su cansancio.


Naia cuando está con su madre parece que no se quiere soltar nunca, yo la entiendo, se agarra a su piel y a su alimento, y lo despacio, despacio aguanta todo el tiempo que puede para estar junto con ella lo más posible. Parece que se duerme, pero no, vuelve a activar la succión de su boca hasta que parece que se vuelve a quedar dormida y al quererla retirar se activa de nuevo.


Con este ritmo agota a su madre, que vive una serie de sensaciones confusas de describir, entre el dolor de la cesárea, el malestar de pasar por un quirófano, el amor por la recién llegada, una nueva vida por descubrir y a June lejos de su presencia. Pero ahora las dos descansan, abatidas, una agotada, la otra satisfecha después de tetar, y yo al lado, lo único que puedo hacer, estar y pensar en ellas.


Es una hora mágica, llena de silencio y llena de amor.

29/04/2013

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