viernes, 28 de junio de 2013

De Reyes y Reinas



Para el día de después de Reyes ya estábamos de vuelta en Zaragoza. El respiro de Asturias nos había dado fuerzas, había recompuesto nuestras heridas del día y a día, y nos hacía emprender un nuevo año con unas energías muy renovadas. Nada más llegar, me llamaron mis padres que querían ver a June, primero por los días que habían pasado, que se les habían hecho eternos, y después para darle un regalito de Reyes.


A los pocos segundos los teníamos ya en casa, y además con la sorpresa de que vinieron también sus tíos y su primo Daniel, con lo que a June a pesar del cansancio se le dibujo una sonrisa en la cara, y todavía más al ver cajas con papeles de colores que tenía que romper para descubrir lo que había en su interior. La primera en abrir fuego fue la abuela, las dos tenían la emoción de ser niños, una lo era y la otra lo había vuelto a ser.


Con el primer muñeco entre sus manos y sin soltarlo, June miró a la otra caja grande y con papeles de colores que tenía al lado. Sus intenciones eran bien claras, pero la prudencia le hacía ser comedida. Los demás observábamos la escena con cierta envidia y siempre asombrados de esa ingenuidad infantil con que se hacen todas las cosas.


June muy a su pesar, decidió soltar el muñeco que le habían regalado los abuelos, y se lió a tirar del papel de regalo con todas sus fuerzas, poco a poco fue llegando hasta su interior, hasta descubrir que se trataba de un perrito con ruedas de llamativas luces. Se quedó mirándolo con gusto, era el regalo de sus tíos, le tocó todo lo que tenía y entre ambos empezaron a comunicarse en un lenguaje que sólo entendían ellos dos.


Daniel era el otro rey de la casa, y como tal fue coronado nada más entrar en casa ayudados por el adorno del Roscón de Reyes que había venido de postre el día anterior. Estaba feliz, para él, el día de Reyes eran regalos, juguetes y más juguetes, puede haber un día mejor para un niño.


Posaba feliz con el regalo de sus abuelos, ya tenía algo que destrozar probando hasta que punto Buzz Lightyear era capaz de dar patadas voladoras y aterrizar sobre el suelo desde unos metros de altura. Incomprensiblemente Buzz, siempre sonreía desde dentro de su cápsula.


Pero lo que le volvía loco a Daniel en este día era otro regalo, un increíble helicóptero que volaba y lo podía manejar el mismo. Así que se quitó rápido la cazadora y solicitó su juguete con ansiedad, se colocó un auricular y un micrófono en la oreja, que no servían para nada, pero tenían su punto, y se dedicó a estrellar el helicóptero por diferentes partes de la casa, con la atenta mirada de mi hermano, que disfrutaba casi tanto o más que su hijo.


June seguía con su perrito y su inspección detallada de zonas y comportamientos, tan concentrada estaba que le daba tiempo a su madre para intentar hacerle una coleta en el pelo, asunto que en condiciones normales habría sido prácticamente imposible. Así pasamos un día, en el que las Reinas y los Reyes fueron los protagonistas y donde la sonrisa al ver un regalo, era un gracias impagable.

06/01/2013

Dos meses de felicidad



Hola, soy Naia, llegué a esto que llaman mundo y a mi me parece muy pequeño, hace dos meses, así que mis padres me han despertado hoy dándome achuchones y besos por todos los lados. Me dicen que no es nada de tiempo, pero que hay que celebrarlo, si supieran lo largos que se me han hecho a mi. Tengo que llorar como una loca para comer, y sí, cuando lloro vienen, a veces me vienen unos dolores por dentro de las tripillas que para qué, y sólo me dicen —"tranquila, cariño, tranquila"— como si con eso se solucionase algo. Por lo demás me cuidan mucho y yo no paro de zampar.


Junto a mi siempre está una mujer pequeña que me llama "tátá" acentuándome todas las sílabas, cuando la veo venir tiemblo e intento salir corriendo, pero no sé que me pasa que las piernas todavía no me responden. A veces, estoy tan tranquila sobre la cama y el sofá, y la veo venir diciéndome —"¡tátá, no!, no!"— y yo me digo, pero si no he hecho nada, y ella diciéndome que no y que no. Me parece que a esta mujer pequeña le gusta mandar un poco.


Y lo peor viene cuando me intenta demostrar lo que me quiere, si así es como te quieren en este mundo, ya me puedo ir preparando. Me coge la cabeza y las manos, y me da unos movimientos que se debe de creer que soy la niña del exorcista, y luego cuando le da por darme besitos se me tira encima y de tantos achuchones que me da me tengo que poner a llorar para que me la quiten de encima. Pero para ser sincera, en el fondo y en el principio, me encanta que me quieran, y estoy encantada de que pronto lleguen otros dos meses más, y aunque me pregunten la edad no me pienso quitar meses.

miércoles, 26 de junio de 2013

Cañitas, tapitas y caritas



Un paseo sin cañitas no es un paseo. Después de haber recorrido Llanes y sus callejones, salimos como los lagartos en busca de un sol de enero en las terrazas de los bares. Al sol la temperatura era estupenda, la Mahou entraba de maravilla y June estaba entre me duermo o lo revoluciono todo.


En uno de los bares, junto al puerto, su madre creía que June iba a caer muerta de sueño. Los ojos se le caían a la pequeña y cuando su madre me estaba diciendo que estaba en un tris de caer, June resucitó de sus propias cenizas y cada vez se hacía más incontroloble en su propio carrito.


Marchamos a otro bar por las callejuelas de Llanes, daba gusto estar en estas fechas, se encontraba sitio en cualquier momento y el bullicio era muy agradable y soportable. June se soltó de sus ataduras y al principio algo aguantó en brazos de su madre. Se quedaba mirando al camarero mientras nos traía nuestras Mahou y una ración de patatas al cabrales y bravas.


June le atacó al pan y mientras viaja por la mesa dando vueltas como una loca, temiéndonos lo peor, le atacaba al pan de las patatas y ella nos regalaba la mañana de sol poniéndonos caritas de pilla.

04/01/2013

Inesperadas flores



A última hora de la mañana y totalmente inesperadas llegaron a la habitación del hospital un ramo de rosas rojas y flores blancas realmente precioso. Su entrada provocó un halo de luz y un olor verdaderamente maravillosos. Los autores, mi hermano y Carolina, que habían tenido el detalle de acordarse de la madre, que aunque felicitada por todos, tenía que compartir los halagos con la recién nacida Naia.


Muchas gracias hermano.

29/04/2013

martes, 25 de junio de 2013

Naia vs Pedro Ignacio



Su tío Pedro Ignacio no pudo aguantar más y en cuanto pudo se acercó a ver a la pequeña Naia, fue un viaje de ida y vuelta, lo mismo que le pasó con June, pero se agradece el esfuerzo, aunque lo pudimos ver muy poco y yo menos que me tocó estar de papeleos con Naia. No quiero ni pensar la cara que pondrán Uxue y Unax cuando conozcan a su nueva prima.


29/04/2013

Pescando biberones



Aprovechábamos todo lo que podíamos los días de descanso que estábamos teniendo en Asturias. Recorrimos todos los rincones de Llanes y principalmente en los que el sol se conseguía hacer protagonista. Aquella mañana estuvimos viajando por el puerto y los cubos de Ibarrola mientras el mar calmado remojaba las pinturas y alegraba la mañana a June.


Los pescadores se sentaban al borde de la escollera, pescando y a la vez disfrutando del sol que lo iluminaba todo. A Ana ya se le empezaba a notar la tripa del embarazo, todavía quedaba mucho por delante, pero estábamos totalmente ilusionados.


June no paraba de mandar, con su dedo en alto y el biberón en la otra mano, un biberón que tentó tanto a la suerte que fácilmente se podía caer en el mar como ya sucedió otra vez..

04/01/2013

lunes, 24 de junio de 2013

La pastora June



Seguía el paseo matutino aprovechando los rayos de sol de los primeros días de enero que secaban el rocío de la hierba con una rapidez asombrosa. June caminaba por el prau observándolo todo. En un momento dado se encontró con unas vacas delante y se quedó paralizada mirándolas.


Las vacas pacientes aguantaban al sol con toda alegría y paz. June se pegó a su madre mientras las miraba con cierto miedo. Alguna mugía. June fruncía el ceño.


De repente, se dio la vuelta y siguió su camino. Parece que la pastora June no se emociona demasiado con las vacas y con el prau.

03/01/2013

Un respiro, regalos y dulces



Se despertaba un nuevo día, después de las rutinas habituales, se llevaron a Naia para hacerle unas pruebas y examinarla bien. A Ana vinieron a visitarla los médicos y la encontraron bastante bien, le dijeron que si se encontraba con fuerza comenzase a andar algo, y a Ana le faltó tiempo para hacerlo. Sentada en su silla, recién duchada y con las fuerzas recuperadas no pudo evitar curiosear el regalo que el día anterior habían traído Esteban y Sergio, lo miraba encima de la cama y poco duró cerrado.


Lo abrió todo con mi gentil ayuda, que le iba acercando todo lo que había en su interior, escudriñó todos los rincones y se quedó feliz mirando todo lo que tenía, e imaginándose a Naia con la ropa nueva que le habían regalado.


Se encontraba con tantas fuerzas y ya podía comer de todo que se me ocurrió decirle si quería algo de dulce, a los dos segundos ya estaba bajando al bar para que se comiera dos xusos, se había aguantado tanto en el embarazo que bien se merecía ese desayuno.

29/04/2013

viernes, 21 de junio de 2013

June y Naia, vidas paralelas



Mientras Naia y su madre continuaban conociéndose en el hospital, a June después de haber conocido a la hermana en los primeros días, la dejamos descansar y hacer su vida cotidiana para alterarla lo menos posible. Compartía despertares y tardes con los abuelos de Vitoria, y mañanas y comidas con los abuelos de Zaragoza. Nos llamaba a menudo, y decidí ir a comer a casa de mis padres y compartir un rato con mi niña mientras Naia comenzaba a vivir con su madre en el hospital.


Llegué a tiempo y acompañé a mi madre a buscar a June a la guardería. En cuanto me vio entrar en su aula de juegos, se acercó a abrazarme sobre mis piernas mientras decía "papaaaá" con una ternura que humedeció mis ojos. Rápidamente fue hacia su cajón donde tenía su ropa, tomó la mano de su abuela y buscó la salida con una energía e intención claras.


Al llegar a casa de los abuelos, que está muy cercita, me lo quería enseñar todo, me mostró donde estaba la mesa en la que comía ella. Los abuelos se la ponían en la mitad del salón y con su silla pequeña parecía un auténtico hobbit que no abandonaba su botella de agua.


Se sentó y me explicó lo que hacía cuando le traía la comida la abuela. De vez en cuando me preguntaba por mamá, no evitaba la respuesta, pero cambiaba rápido de conversación para evitar que le produjese cualquier tristeza.


Mientras la abuela le preparaba la comida June me miraba y miraba de vez en cuando la tele, sin evitar chuperretear de vez en cuando los cubiertos de su tamaño. La voz de la abuela la llamó desde la cocina recordando lo que tenía que hacer antes de comer, y June, le entendió a la primera.


Se colocó el babero con rapidez y marchó para la cocina pidiendo patatas, patatas y patatas de una forma desesperada. Se notaba que se conocían y que todos los días las rutinas, lejos de ser monótonas, eran tan divertidas como repetitivas.


La abuela como siempre tenía guisos por todos los lados, unas albóndigas y guisantes con patatas para Daniel, que pronto llegaría de clase, para June una pechuga y unas patatas que eran el producto más aclamado.


Allí se sentó la abuela con ella para recordarle que se comía chicha+patata, a lo que June decía que sí, pero sólo pinchaba patata+patata. También le puso un poco de guisantes con jamón y patatas, pero June no le hizo mucho caso al plato.


Después de acabar con todas las patatas y dejar más pechuga de lo que hubiera deseado la abuela, tocaba el yogur y ponerse la cara como un payaso al intentar acertar las cucharadas con su boca. Después comimos todos juntos y me marché para el hospital. El tiempo había pasado muy rápido, pero necesita estar con June para poder volver a ver a Naia. Ellas ya habían comenzado a vivir vidas paralelas.

29/04/2013

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