viernes, 21 de junio de 2013

June y Naia, vidas paralelas



Mientras Naia y su madre continuaban conociéndose en el hospital, a June después de haber conocido a la hermana en los primeros días, la dejamos descansar y hacer su vida cotidiana para alterarla lo menos posible. Compartía despertares y tardes con los abuelos de Vitoria, y mañanas y comidas con los abuelos de Zaragoza. Nos llamaba a menudo, y decidí ir a comer a casa de mis padres y compartir un rato con mi niña mientras Naia comenzaba a vivir con su madre en el hospital.


Llegué a tiempo y acompañé a mi madre a buscar a June a la guardería. En cuanto me vio entrar en su aula de juegos, se acercó a abrazarme sobre mis piernas mientras decía "papaaaá" con una ternura que humedeció mis ojos. Rápidamente fue hacia su cajón donde tenía su ropa, tomó la mano de su abuela y buscó la salida con una energía e intención claras.


Al llegar a casa de los abuelos, que está muy cercita, me lo quería enseñar todo, me mostró donde estaba la mesa en la que comía ella. Los abuelos se la ponían en la mitad del salón y con su silla pequeña parecía un auténtico hobbit que no abandonaba su botella de agua.


Se sentó y me explicó lo que hacía cuando le traía la comida la abuela. De vez en cuando me preguntaba por mamá, no evitaba la respuesta, pero cambiaba rápido de conversación para evitar que le produjese cualquier tristeza.


Mientras la abuela le preparaba la comida June me miraba y miraba de vez en cuando la tele, sin evitar chuperretear de vez en cuando los cubiertos de su tamaño. La voz de la abuela la llamó desde la cocina recordando lo que tenía que hacer antes de comer, y June, le entendió a la primera.


Se colocó el babero con rapidez y marchó para la cocina pidiendo patatas, patatas y patatas de una forma desesperada. Se notaba que se conocían y que todos los días las rutinas, lejos de ser monótonas, eran tan divertidas como repetitivas.


La abuela como siempre tenía guisos por todos los lados, unas albóndigas y guisantes con patatas para Daniel, que pronto llegaría de clase, para June una pechuga y unas patatas que eran el producto más aclamado.


Allí se sentó la abuela con ella para recordarle que se comía chicha+patata, a lo que June decía que sí, pero sólo pinchaba patata+patata. También le puso un poco de guisantes con jamón y patatas, pero June no le hizo mucho caso al plato.


Después de acabar con todas las patatas y dejar más pechuga de lo que hubiera deseado la abuela, tocaba el yogur y ponerse la cara como un payaso al intentar acertar las cucharadas con su boca. Después comimos todos juntos y me marché para el hospital. El tiempo había pasado muy rápido, pero necesita estar con June para poder volver a ver a Naia. Ellas ya habían comenzado a vivir vidas paralelas.

29/04/2013

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