miércoles, 12 de junio de 2013

Dos añitos: llegadas, regalos y preparativos



Después de desperezar las legañas, acondicionar el estómago al sabor del biberón y sin tiempo casi de recoger el desayuno llamaron a la puerta. Sus abuelos vinieron el domingo temprano, querían estar cuanto antes con sus nietas y de paso tirarle bien de las orejas a June, y es que todos los días no se cumplen 2 años.


Con la alegría contenida del que mucho ha vivido y sabe lo bueno que es disfrutar los buenos momentos, le dieron con ansiedad su regalo a June. En una mano Naia, aguantando el trajín mañanero al que la estábamos sometiendo, en la otra un cuento de caracoles y abejas para una June que lo repetía todo cantando y gritando.


Mi madre y su nieta Naia por un momento parecía que me pedían que no les hiciera más fotos, pero hay recuerdos que sólo el tiempo pondrá su justo valor. Todas las chicas se quedaron jugando y contando cuentos, mientras mi padre y yo nos liábamos a solucionar el cable de la antena de la bodega.


Pasó el tiempo que se hizo muy corto y volvió a sonar el timbre. Eran su primo Daniel y sus tíos Alfonso y Carolina que venían con una caja enorme de regalo, envuelta con todo el cariño que precisan los regalos de este tamaño. Daniel enseguida incitó a su prima para que lo abriera y June se lanzó hacia él con esa ilusión infantil que confieren los regalos de cumpleaños.


Rompía y rompía papeles como si fuera una auténtica destroyer, y Daniel la incitaba y ayudaba en parte, disfrutaba tanto como su prima con el regalo de ella, y es que tan sólo hacía dos días Daniel había cumplido años.


Por fin acabó con el regalo que es un columpio plegable que a buen seguro inaugurará muy pronto, tan pronto como tengamos un momento para montárselo.


Por casualidad había un regalo envuelto encima de una balda, la chivata June se lo enseñó a Daniel a sabiendas de que era un regalo suyo, y Daniel con su inocencia nos dijo que había una cosa envuelta y preguntó para quién era. Cuando le dijimos que era suyo, esbozó una sonrisa que era igual a la de su prima hacia unos segundos. June le miraba a una distancia prudencial, no se separaba de su primo por saber cual era su regalo.


Era un libro de monstruos con el que le prometí que dibujaríamos juntos y un paquete de cromos de Invizimals, que es lo que tienen de moda los niños ahora. Su padre en cuanto los vio le entraron los sudores propios de pasarse horas ordenándole la colección a su hijo. A Daniel le gustó su regalo y eso nos llenó de alegría y con su sonrisa nos tenía recompensados.


Mientras yo continuaba preparando la comida que había hecho para mi hija June, de un lado salchichas atravesadas por espaguettis que había visto en una receta la semana pasada y tenía ganas de hacerlos, a ellos se le sumaron unas cigalas, un salmorejo muy especial y un escabechado de pollo de los que se pegan casi cinco horas al fuego.


Ya sólo tocaba empezar a comer y celebrar un cumpleaños muy especial. La pinta de todo era espectacular y la pasta con trozos de salchicha estaba para chuparse los dedos. Un día con llegadas, regalos y preparativos de una gran comida.

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