Había llegado el último día, o eso dicen, en un afán de ponerle orden a todo. El sol despedía a un año buscándose huecos entre las nubes. Sol que los cuerpos agradecían y que en su ausencia añoraban. Salimos a pasear y a tomar algo, en un ambiente con olor a naturaleza, muy tranquilo, como en pause. June nos acompañaba mientras limpiaba la mesa del Putxito o La Pomarada.
Entre cacahuetes y cervezas despedimos al último día, con el amor de June y la ilusión de la Naia que se iba creando dentro de la madre. Mientras el sol nos iluminaba nada parecía presagiar que ese iba a ser el último día, al menos de un año que se acababa.
31/12/2012
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