martes, 18 de junio de 2013

La segunda noche de Naia



En los hospitales la noche llega muy pronto, después de la cena, que tiene más horario de merienda que de cena, las luces se apagan lentamente y el ritmo hospitalario decae con una modorra asombrosa. Las visitas de los enfermeros comienzan para tomar las últimas analíticas y preparar la noche de la pequeña. Mientras yo ceno lo que puedo Ana intenta relajarse un poco viendo la tele. Somos felices, pero apenas podemos hablar, el cansancio emocional nos deja rendidos, a una sobre la cama, y a mi sobre el incómodo sofá cama.


El cansancio pronto se hacía dueño de los ojos, los sueños se mezclaban con la realidad fingiendo que el día no había acabado. Fuera, tan sólo silencio. Dentro, tan sólo sueño. Al poco, sin casi darnos cuenta y con la impresión de que el tiempo había pasado muy rápido la puerta se abre y una recién nacida llama a su madre en busca de alimento. Reaccionamos con la mejor compostura, como sino hubiésemos estado durmiendo, como si sirviera de algo fingir.


Naia se agarraba a su madre y no se quería soltar de su madre, ni bien, ni mal. A diferencia de June que se amorraba con ansiedad y dejaba descansar un buen rato. Naia era de las de largo recorrido, haciendo a su madre vivir las noches como si fueran días. Y tan sólo estábamos en la segunda noche.

28/04/2013

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