viernes, 2 de agosto de 2013

Abran paso, ¡burrum, burrum!



Los Centros Comerciales poseen unos objetos de deseo que consiguen atraer a los niños con locura, los ven a lo lejos y no hay padre o adulto capaz de detenerlos hasta llegar a su objetivo, que no es otro que los coches mecánicos. Cuando June vio uno rojo, y que además por suerte no tenía ningún niño dentro, se lanzó y me obligó a que la montara dentro. Lo de menos era echar monedas, no hacía falta, se sentó, cogió el volante y comenzó a hacer —¡burrum!¡burrum!— con la boca moviendo el volante como si fuera una profesional.


Se lo pasaba pipa, miraba todas las luces y botones que tenía el coche y por momentos parecía que estaba dentro del París-Dakar o de cualquier otro rallye.


Daba gusto mirarla, mientras me llamaba con una mano para hacerme partícipe de su gran diversión y de que tenía un coche como el de papá.


De escenario de fondo una tienda de electrodomésticos, me imagino que harta de aguantar a un montón de niños que se pelean por montarse y a otros tantos padres que no saben que hacer para bajarlos del entretenido vehículo, por suerte, con paciencia y mano izquierda conseguí que se bajara pronto.


Pero al salir se topó con un nuevo coche, en este caso con los colores preferidos de June, rosa y morado y encima con dos volantes. Se subió ella sola y con una mano en cada volante comenzó a poner el motor en marcha, es decir, comenzó a hacer con la boca su famoso —¡burrum!¡burrum!—.


Repitió el proceso del otro coche, de mirar botones y lucecitas. Allí nos quedamos un rato, ella disfrutando con su juguete grande y yo viéndola, que no tenía desperdicio.

07/01/2013

Silencio en la noche



Los días se acortan entre idas y venidas. La noche llega a la planta del hospital como si fuera una niebla que todo lo cubre y todo lo cambia. Las luces y las voces se apagan y tan sólo el llanto de algún recién nacido cercano rompen un silencio que parece sagrado. Pero la noche no es sinónimo de descanso, Naia llama a su madre cuando tiene hambre sin entender de su cansancio.


Naia cuando está con su madre parece que no se quiere soltar nunca, yo la entiendo, se agarra a su piel y a su alimento, y lo despacio, despacio aguanta todo el tiempo que puede para estar junto con ella lo más posible. Parece que se duerme, pero no, vuelve a activar la succión de su boca hasta que parece que se vuelve a quedar dormida y al quererla retirar se activa de nuevo.


Con este ritmo agota a su madre, que vive una serie de sensaciones confusas de describir, entre el dolor de la cesárea, el malestar de pasar por un quirófano, el amor por la recién llegada, una nueva vida por descubrir y a June lejos de su presencia. Pero ahora las dos descansan, abatidas, una agotada, la otra satisfecha después de tetar, y yo al lado, lo único que puedo hacer, estar y pensar en ellas.


Es una hora mágica, llena de silencio y llena de amor.

29/04/2013

jueves, 1 de agosto de 2013

Naia vs Amparo, Iván y Raquel



La visita de la tía Amparo no tardó mucho, se dejó caer con Iván y con Raquel que llenaron la habitación de la alegría que siempre llevan consigo. Naia recibía a las visitas como siempre, encantada y dispuesta a dejarse coger por todos.


Aunque algunos le provocaran bostezar un poco. Gracias familia.

29/04/2013

Osos polares y galletas



Los días de Navidad habían tocado a su fin, pero todavía quedaban los últimos restos, los recuerdos de la batalla navideña que se había librado en los Centros Comerciales y en las calles. Aprovechamos para hacer nuestras compras evitando las aglomeraciones de esos días y June no podía evitar quedarse asombrada mirando a los osos polares y los escenarios navideños que tenía enfrente.


Todo ello lo hacía sin soltar una galleta que devoraba con ansia desmedida sin dejar de mirar a los niños que todavía pretendían alargar la Navidad un día más.

07/01/2013

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