domingo, 3 de noviembre de 2013

Dragones y vaqueros infantiles



Habitualmente después de una comida en familia no me queda más remedio (y bien a gusto) que ponerme a dibujar con mi sobrino Daniel y con June. A Daniel le encantan los dragones y no puedo ceder a sus deseos, a June le gusta rayar todos los dibujos que voy haciendo, así que el entretenimiento está servido.


En teoría quieren dibujar todos, pero al final no sé como me las apaño pero siempre me toca quedarme al final sólo coloreando y pinturrujeando los papeles. Mi hermano intentando molestarme alrededor y yo todo concentrado como si estuviera haciendo una obra de arte.


Daniel me va preparando las pinturas y los rotuladores y observa atento todos mis trazos, con una ilusión que le gusta a cualquiera. De vez en cuando me indica que debo dibujar en el dragón y una sonrisa se le esboza en la cara pensando en llevarlo al colegio y enseñárselo a sus compañeros.


Le invito a que dibuje un poco, casi no se atreve, pero le animo a que pinte con el rotulador sobre lo que he dibujado previamente con el lapicero. Lo hace y se siente muy feliz. Me encanta que se sienta así. Mientras June garabatea sobre una hoja en blanco con su color rosa preferido, y de vez en cuando con el azul, su segundo color preferido.


Hay quedan dos dragones, uno coloreado y otro sólo con rotulador para que Daniel lo coloree a su estilo.


Mientras yo los controlo y animo a ambos primos para que dibujen sin miedo me entretengo dibujando un vaquero del oeste de esos que les encantan a los niños, llenos de cicatrices con placas y barajas marcadas.


Así pasamos la tarde, amansando a las fieras con un rotulador y unos papeles. Me hacen volver a sentir un niño que disfruta con una hoja en blanco. Gracias niños.

24/02/2013

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