domingo, 10 de noviembre de 2013

Abrazos de oso



Tenerla entre mis brazos, arropada por un cuerpo como el mío frente al suyo, era una sensación muy especial. Ya casi había pasado un mes desde su nacimiento y todavía sentía una sensación muy extraña de no creerme lo que estaba viviendo. Compartía con Naia su descanso, sus latidos pequeños que golpeaban contra mi pecho como aleteos de mosca. La sentía respirar en un sueño profundo, su felicidad era mi felicidad.


Ahora que la tenía entre mis brazos intentaba retener el momento, a sabiendas que se me olvidaría en el momento en que llegara otro mejor. Cruel castigo de la memoria que viciada por el día a día no se acostumbra a retener tantos momentos bonitos. Me siento como un oso que cuida a su cría. A su lado me siento tan fuerte que me entregaría sin pelear por tenerla siempre así.

23/05/2013

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