June en el parque es todo un torbellino de simpatía y energía. Desde que ha aprendido a tirarse del tobogán, viaja de las escaleras a la arena a una velocidad inusitada. Poca ayuda necesita más que para subir las escaleras.
La cara que pone de velocidad es todo un poema. La velocidad a la que baja realmente pura cámara lenta. Pero a su edad todo es una aventura.
Las triquiñuelas de los niños grandes las aprende enseguida y su abuelo lamenta el día en que vio a un niño subiendo al revés. Ahora le toca a él sujetarla para que no se caiga.
Sin tiempo para dejarle al abuelo descansar ya está en los balancines. Primero en uno y luego en otro, pero a su discreción, sin apenas disfrutarlos.
Así lleva a su pobre abuelo desriñonado por el parque para hacer lo que la niña quiere. Es lo que tienen los nietos.
09/03/2013
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