miércoles, 5 de junio de 2013

Sueños compartidos



Eran casi las cuatro de la tarde, las horas pasaban lentas y esperábamos ansiosos la visita de June al hospital. Los abuelos la tenían que traer. No verla en 24 horas se hacía muy duro. Tener a Naia cerca era precioso, pero uno nunca piensa que pueda querer tanto a alguien hasta que no lo vive. La puerta se abrió y entraron los abuelos con un dedo sobre la boca en gesto de silencio, June venía dormida.


Mientras Naia tomaba su ración de teta, o lo que salía, a la que se agarraba con devoción, dejamos a June sobre la cama de su madre. Su cuerpo cayó sin enterarse ni tan siquiera de donde estaba.


La miramos un rato y nos volvimos a enamorar de ella. Su sueño profundo no impedía ver su pelo enmarañado, sus grandes pestañas y sus pequeñitas manos.


Una vez que acabó su hermana de tetar no pude evitar juntar a las dos hermanas. Naia con un día de vida, June con casi dos años. Juntas por unos segundos y compañeras para toda la vida. Aunque ahora no lo supieran compartirán confidencias, sueños, problemas y alegrías. Pero todo eso tuvo un comienzo, y era en estos días.


Nos hubiera encantado despertarla para hablar con ella, para jugar, para que nos mal contara como había pasado el día, pero verla dormir era también un sueño.

28/04/2013

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