Raúl no tardó en aparecer por la puerta. Mi compañero de sueños llegó como un torbellino, como es él, con su energía desbordada y su corazón en la mano. Tenía que conocer a Naia, ese regalo que la vida nos había dado por segunda vez. Nadie mejor que él sabe lo que es desear algo y después tenerlo entre los brazos.
Nos llenó de sonrisas y Naia aguantó como una campeona. Ahora Raúl ya tenía una razón más, para no dejar de vernos en fiestas y celebraciones. Gracias amigo por estar ahí.
28/04/2013
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