La noche había sido corta. A mitad de noche June se había despertado entre sueños llorando. El calor de esos días tampoco ayudaba. Le costó calmarse y el desazón de su llanto le hacía suspirar aceleradamente. Al final cayó rendida por su sueño, en nuestra cama, durmiendo entre su padre y su madre a pierna suelta.
Cuando la mañana llegó, no había manera de despertarla, la dejamos ahí entre sus sueños, con su pelo despeinado e hipnotizados mirándola. Nos daba tanta paz.
De la cama se hizo la dueña, ocupaba todo lo que podía. Esa noche su madre tuvo más suerte y a su lado, el de la izquierda, le dejó algo de holgura, por contra a mi me tuvo durmiendo al filo de la caída, colocando su pierna encima de mi cuerpo.
Mientras estábamos mirándola se comenzó a despertar. Estrujó su cuerpo como si fuera un ocho, se retorció primero para un lado y luego para el otro y nos dedicó una mirada de asombro y perplejidad, como diciendo —"¿qué miráis?"—.
El día comenzaba y June se despertaba después de haber dormido a pierna suelta y nosotros a pierna encogida.
12/09/2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario