Jamás en mi vida anterior a ser padre me pude imaginar que comer un yogur podría dar tanto de sí. Una aparente merienda singular se convierte en todo un prodigio de la naturaleza de aciertos y desatinos entre una cuchara, el yogur y June. Tres elementos que se combinan en el tiempo para lograr la merienda más larga de la historia.
Tiempo 1: «Mira mamá como sin mirar»
Tiempo 2: «Pues va a ser mejor que hubiera mirado, se me ha caído todo en la mesa»
Tiempo 3: «Tendré que coger otra cucharada. Buscaré en las profundidades»
Tiempo 4: «Vaya, pero si tengo yogur por aquí arriba. Saco la lengua y lo restriego. Está bueno»
Tiempo 5: «Has visto hasta donde me llega la lengua mami»
Tiempo 6: «Mami, que no hace falta que me limpies, que yo me ensucio sola»
Tiempo 7: «Sé comer sin marcharme hasta mirando la tele, soy una máquina»
Tiempo 8: «Ñam, ñam, ñam, me rechupeteo la cuchara»
Tiempo 9: «A por otra cucharada. Volver a empezar»
27/05/2013
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