sábado, 23 de noviembre de 2013

El reposo de Naia



Después de unos segundos todos entendimos el rugido de Naia, era lo que presagiaba, el cabreo propio del sueño que no se consigue alcanzar, la rabia infantil de no poder conseguir lo que se quiere. Los ágiles brazos de su madre, el calor de su pecho, el movimiento en compás de su cuerpo y su leve ronroneo, consiguieron apaciguar a la fiera. Naia caía dormida en sus brazos, convencida de que era lo que más quería.


Descansa mi niña, duerme mi bien, reposa mi corazoncito, que yo te cuido.

27/05/2013

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