lunes, 9 de abril de 2012

Pili, Bea, June y Oviedo



Era diciembre y el sol amanecía espléndido en Asturias, marchamos a Oviedo para quedar con mi amiga,  compañera y un poco madre, Pili. Parecía mentira que estando en Zaragoza, apenas nos veamos y no nos importe marchar de Quintana a Oviedo para verla, pero muchas veces, necesitas una buena excusa para hacer lo que la rutina del día a día, o no nos deja, o nos dejamos hacer.


Quedar con Pili fue algo maravilloso, y más el hacerlo en Oviedo, quién nos iba a decir hacia dónde nos llevarían nuestras vidas, a ella en Oviedo de visita con su hija Bea que trabaja allí, yo con mi June y marchando siempre que podemos a nuestra casita de Asturias, la vida es así de caprichosa y de infinitamente bella.


Disfrutamos con Pili de unas horas maravillosas con un día espléndido en Oviedo, con June congenió a la primera, y las dos se dejaron querer, entre cañas y aperitivos, que culminaron con una comida en un sitio típico de Oviedo del que salimos "jartos" de comer.


Después marchamos a ver a Bea, a la que también tenía muchas ganas de verla de nuevo, y allí estaba ella, como siempre, tan loca y tan mágica, con su acento asturiano impregnado en la piel y cada vez más parecida a su madre. Mientras el frío se empezaba a adueñar de las calles de Oviedo, en un día de diciembre, que bien podría haber sido de otro mes, marchamos para casa en Quintana, después de un día maravilloso de amigas, de esculturas en la calle y de recuerdos preciosos que no se pueden olvidar nunca.

07/12/2011

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