viernes, 24 de junio de 2011

Nacimiento June 07: La cama de Robocop contra el sofá verde


El regreso hacia la clínica resultó fugaz en mi mente, en la velocidad, prudente, no era el momento de pensar en conducir de otra forma cuando mis pensamientos volaban de un lado a otro, intrigado por el futuro sabiendo que se vivía en este presente. Al llegar decidí no obstante intentar otra entrada para evitar las mareantes rotondas que pasaba al cruzar Montecanal. Tomé la entrada de Vía Hispanidad y crucé las dedos sobre el volante, sin apenas darme cuenta ya estaba en la clínica, mucho mejor camino para llegar al hospital ciertamente.

Aparqué el coche, tenía muchas opciones a esta hora. Descargué todas las bolsas, el ordenador, el neceser, las ropas, los pañales y todo tipo de bultos, en verdad cualquier imagen de Paco Martínez Soria llegando del pueblo a la ciudad se parecía bastante a la pose que tenía en esos momentos. Entré por urgencias y el enfermero y el ginecólogo amable ya estaban atendiendo a otra paciente, pasé por el pasillo como el hombre invisible y recorrí cargado con mis bártulos el mismo camino que había hecho hacía poco más de una hora, recto, iquierda, derecha, izquierda y ascensor para volver a ascender hasta un primero tan sólo. Alguna bolsa ya resbalaba por mis dedos con clara intención de salir de mi control, pero no lo consiguió. Empujé con mi espalda la puerta de la 102 y allí estaba Ana, sobre su cama de Robocop y con el fenomenal camisón del hospital puesto, un camisón de color verde pastel y de los de a culo abierto. Se le cambió un poco la cara al verme y una sonrisa esbozó de alegría su mirada, me imagino que en esta hora, a ella también le habría dado para pensar un rato.

Abrí el estirado armario empotrado y coloqué como pude, y como buen jugador de tetris, todo lo que había traído desde casa, sacaba todo y repasaba junto con Ana la lista que habíamos preparado, su cara asentía que del todo no había hecho mal los deberes, me pareció un poco optimista cuando vi como quedaba el armario de ordenado y estoy convencido de que ella lo hubiera hecho mucho mejor. Me senté un poco en un sillón azul que estaba en un rincón, era un sillón de respaldo abatible pero indómito, necesitaba de una pared para controlar que no se abriera del todo, así nos miramos y charlamos un rato analizando y comentando el día y lo poco satisfactoria que había estado la cena, aunque con alguna broma conseguí arrancar una nueva sonrisa de su cara.

Tras relajarme un poco me cambié y me coloqué frente a frente con ese sofá de aspecto triste que decían en el hospital que sería mi cama, y cómodo lo que se dice cómodo no sería su adjetivo más acertado en una descripción, de frente parecía un sofá de esos de saldo o de oferta, aparentemente de dos plazas que parecen de enamorados, ya que por obligación se está juntitos y muy juntitos, su color verde jaspeado tampoco atraía demasiado. Me armé de valor y arrancando sus cojines que servían de asiento, descubrí que entre sus tripas, un armazón de hierros con forma de somier ocultaba en su interior un minicolchón de escaso grosor. Por dentro era como una cama turca de toda la vida, así que atreví y tiré de un asa que tenía sobre su armazón, y conforme tiraba del asa, el sofá se venía conmigo, sin salir la cama para nada, tan sólo había ascendido unos 45 grados, tiré un poco más y me di cuenta que la perspectiva de la habitación había cambiado, el sofá estaba casi en medio de la habitación, para la risa de Ana. Volví a empujarlo contra la pared, y con un pie a modo de tope, tiré hasta que el movimiento uno de salida se ejecutó sin problemas, por suerte los movimientos dos y tres de la clásica cama turca se realizaron sin mayor problema.

Desplegado todo el sofá, convertido en cama ahora, dejó ver en toda su plenitud a un colchoncillo de apenas 7 centímetros, rematado con una funda protectora azul con aguas que auguraba una noche de poco dormir. Tras hacerse la prueba del azúcar de Ana, que salió más alta de lo debido, y sobre las tres y media de la mañana, me acabé de tumbar, en una habitación que hacía calor y donde intentamos dormir, ella en su cama de Robocop y yo, un poco más abajo, en mi sofá-cama verde, un poco separados por una mesilla-mesa de hospital, pero unidos por mucho más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...