martes, 28 de junio de 2011

Nacimiento June 08: La matrona que no sabía darle al print



No habían dado las 6 de la mañana cuando ya estaba más despierto que un lince, la verdad que había dormido muy poco, me imagino que igual que Ana, aunque cuando con cariño los dos nos preguntamos qué tal habíamos dormido, los dos nos mentimos con la misma intención, la de no preocupar el uno al otro. Ciertamente había sido una noche rara y confusa y el día no parecía empezar con otras dosis diferentes, aunque nosotros, aparentemente o no, estábamos bastante tranquilos.

Después de charlar un rato de cama a sofá-cama, me decidí a levantarme, la comodidad de mi lecho y su colchoncillo, tampoco es que diera para mucho más. Tocaba hacer recuperar al sofá-cama su posición original de sofá, y no tuvo nada que ver con lo que me costó sacarlo la noche anterior, en dos movimientos ya estaba apoyado sobre la pared como si no hubiera pasado nada. Mientras me aseaba ya entraron un par de enfermeras a comprobar los goteros, el ajetreo en planta, como en todos los hospitales se empezaba a notar bien pronto. No habían hecho más que salir cuando les tomaba el relevo Ana Muñoz, la matrona de la noche, que venía muy temprano, ella tampoco había dormido mucho, ahora vestía de uniforme hospitalario, parecía diferente, había abandonado su look paisano de la noche. Entró con el mismo garbo que llevaba siempre y empujaba el carrito con las correas y el monitor, mientras cruzaba cuatro palabras con nosotros ya estaba colocándole los cintos a Ana y monitorizándola, los cintos desde luego fueron puestos con menos cariño que con el ginecólogo de la noche, pero a la matrona lo que le interesaba es que estuvieran bien colocados, apretaba bien para un lado y para otro, hasta que le parecía que la máquina emitía los sonidos más correctos, se quedó mirando unos segundos al monitor de la máquina y tocando teclas y nos abandonó con un "ahora vuelvo" mientras el aparato continuaba emitiendo los sonidos del interior de la tripa de Ana.

Así comenzó un nueve de junio de dos mil once, con una máquina pitando y nosotros esperando ver que pasaría durante ese día, impresionados todavía por la velocidad de la entrada y de la salida de la matrona y pensando que menos mal que nos habíamos despertado pronto. Pronto entraron enfermeras y enfermeros dispuestos a tomar la tensión y comprobar la temperatura, mientras una cogía un brazo la otra colocaba el termómetro en la axila, llevaban una completa coreografía y coordinación, en la que ninguna se solapaba ni interrumpía en las acciones y más todavía cuando entraron las del desayuno y lo dejaron en un visto y no visto, tras un pitido, recogieron y se marcharon como habían venido dispuestas a irrumpir en la habitación siguiente. Ana se hizo la prueba del azúcar, que ahora por la mañana salió bien, y me tocó a mi pincharle la insulina en el brazo antes de desayunar, mientras dos gotas de sudor corrían por mi frente preparé la pluma y pinché, sólo el ver que no había hecho daño me tranquilizó levemente.

Mirábamos con atención los resultados de la máquina, pero nos sorprendía que no salía ningún papel a diferencia de la noche anterior, esperamos un poco por si era cuestión de tiempo, pero transcurridos cinco minutos más, nos dimos cuenta que se había olvidado de darle al botón de print, entre tantas teclas se hacía olvidado de esa, pero confiamos, dulce ingenuidad, en que la máquina tuviese memoria y guardase los datos para no perder todos los datos que iba obteniendo, en este pensamiento estábamos cuando entró la matrona con su rapidez acostumbrada y tras quedarse plantada enfrente de la máquina y dudar unos segundos, gesticuló con su cara siendo consciente de su torpeza, para volver a meter todos los datos y ahora sí darle al print, no obstante, retuvo sus piernas que ya querían salir de la habitación un tiempo, hasta que comprobó que los datos salían impresos, "ahora vuelvo", nos volvió a repetir.

Después de un tiempo la máquina empezó a imprimir datos, líneas y curvas, que se parecían bastante a los de la noche anterior, las contracciones ciertamente habían bajado, Ana ya no tenía dolores, pero los movimientos que afectaban a June seguían siendo poco activos, su movimiento era más bien escaso, tan sólo cuando de vez en cuando volvía a aparecer la matrona y colocaba a Ana en posición lateral después de meterle unos buenos empentones en la tripa, se activaba algo, aunque esa postura fuera un poco más dolorosa para Ana, "ahora vuelvo", nos dijo de nuevo mientras se marchaba y los dos nos quedamos en aquella habitación 102 mirando los numeritos de una máquina que no paraba de pitar el eco que oía desde el interior de la barriga de Ana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...