miércoles, 14 de marzo de 2012

De rule por Gasteiz



El sábado y con más buen tiempo que malo, salimos a dar un rule por Gasteiz, a derrapar un poco con el carrito de June por sus calles empedradas en busca del sueño y del descanso de su pasajera, así fue, nada más pasar el puente de Las Trianas, a los primeros toques de los rayos de sol cayó rendida en su paseo matutino.


La caminata por lo tanto nos la dimos los padres, cosa que me encanta, y decidimos parar a reponer fuerzas con un buen pincho y un cortadito de los que te hacen entrar en calor, paramos en un bar de la Virgen Blanca y la entrada, pese al barullo normal del bar, fue perfecta, aterrizó dormida junto a una mesa sin inmutarse por nada y con la bendición de que ya no se fuma en los bares.


Pero la alegría apenas duró unos segundos, June debe tener unos sensores extrasensoriales sobre su espalda y cuerpo que le avisan en el momento en que el carro se deja de mover, y si le sumamos su fino oído, tenemos un completo que confirma la situación de su despertar, pero por suerte siempre con una sonrisa, dormida, pero sonrisa.


Así que la tranquilidad con la que nos habíamos hecho a la idea, hacía unos segundos, de un pincho en paz y armonía, se vio truncado por la aparición de nuestra hija en escena. Allí estuvimos la familia al completo, retirando servilletas de papel, apartando periódicos, alejando tazas, esquivando cucharillas, flexionando codos para poder ingerir parte del pincho de tortilla y demás, mientras la fierecilla movía sus brazos como las aspas de un molino.


Allí pasamos un rato, en la mesa en la que yo en las tempraneras mañanas de sábados y domingos me apresto con mi libreta y pluma a escribir, mientras la gente pasa a mi alrededor y las ideas fluyen por mi cabeza. Vivía ahora un momento distinto, diferente, pero bello, las miraba a las dos y me sentía como un observador conocido y feliz por poder compartir lo que tengo.

19/11/2011

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