Sentada sobre su sofá, tranquila y paciente, ocultándose tras de su chupete y como si no hubiera roto ningún plato, nada parece presagiar su gesto próximo.
Levanta su mano derecha en un gesto solemne y nos reparte, a su madre y a mi, la bendición "urbi et orbi", abriendo ligeramente la boca en un gesto de aprobación.
Ante tanta inocencia, uno se arruga y se hace pequeño, casi tanto como ella. Ya bendecido me arrodillo a sus pies e inmortalizo la escena, a la que el babero, a modo de casulla, da todavía más relevancia.
Poco a poco comienza a bajar la mano impresionada por mi genuflexión, pero cae en un movimiento lento y pausado, muy papal.
Por fin descansa satisfecha, ya nos ha bendecido y se siente feliz, no es para menos.
Y como colofón final se tira para atrás partiéndose de risa de como nos la ha clavado. Mi niña es así.
04/12/2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario