Todos tenemos un primer cuarto, el de June está cargado de tonos ciruela, cremas, zonas de juego y una pizarra. La habitación que servía para todo, un día se transformó en su cuarto, entre patrocinios de Ikea y manos de pintura comenzó a cambiar un par de meses antes de su llegada, para hacérsela lo más confortable posible. Ahora, el sillón delata los despertares en la noche, la pizarra espera pronto ser garabateada y sobre el suelo una manta de juegos llena de colores, ruidos y tardes de risas.
A un lado su armario con el cambiador, disfrutando los únicos momentos que le dejará su madre para que se suba a un armario, encima muñecos y cajas con vestiditos doblados como si fueran de muñecas, en las baldas libros de embarazo y revistas de bebés, junto a lámparas verdes y una camiseta negra de Héroes del Silencio esperando a ser probada.
La cuna repleta de ropa y juguetes, y a un lado la cámara de vigilancia para que no se escape nada en el silencio de la noche, en los otros cajones de la estantería juguetes y todo lo que necesita un bebé. Por las mañanas cuando entro a verla, me parece que entro en su casita de muñecas, en un sitio donde las proporciones cambian y la vida se ve en los detalles pequeños.
04/10/2011
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