En los primeros días de mayo, en Vitoria, corría el frío por entre las cabezas como el agua que se desborda de un río. June se agazapaba sobre su carro embutida en su anorak color ciruela sabedora de su protección. Su cremallera apenas le dejaba media cara fuera, pero era suficiente, sus ojos vivos se entretenían con cualquier cosa, y sus manos jugaban con cualquier papel por pasar el rato. Frío hacía, y calor también.
06/05/2012
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