Al final de la fiesta en la guardería, mientras June se encontraba protegida en los brazos de su madre, las profesoras se metieron a un cuarto en el aula de June y comenzaron a nombrar uno a uno a todos los niños, era el momento del reparto de los regalos de los amigos invisibles. June permanecía ajena a todo ese barullo jugando con un vaso de plástico como si fuera el mejor de los juguetes.
El nombre de June salió de los primeros, recogimos el paquete y a June le vino fenomenal para seguir jugando con sus vaso de plástico. Mientras, el resto de niños se apelotonaba y montaba un jaleo tremendo esperando hacerse con sus nuevos regalos.
Alentada por su madre June se atrevió a abrir el regalo, rompió el papel, con mucho gusto y observó los vivos colores de la caja. Parecía que le gustaba. Eran unas pinturas para ponerse en los dedos y jugar con ellas.
Miramos detrás y el regalo era para más de 3 años, lo que suponía tenerlo que recluir hasta unos años más adelante, esas pinturas y con esa punta, en manos de June eran un auténtico peligro. Al que le tocó comprar el regalo no se debió dar cuenta de la edad de June.
Pero por suerte, a June no le importaba mucho, tenía sus vaso de cristal y con eso le bastaba. Su segundo regalo invisible de la guardería se convirtió en más invisible que nunca, al menos hasta dentro de dos años.
15/12/2012
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