A partir de las cuatro de la tarde se abre un periodo en el que el cansancio lo llena casi todo. Las barrigas llenas y el sopor del verano hacían el resto. June se movía de un lado para otro. Lloraba y reía de puro agotamiento. Al final cayó entre mis brazos y dejándose llevar cayó dormida como si fuera un juguete entre mis brazos. Su corazón latía junto al mío y no podía evitar dejar de mirarla.
Estaba dormida profundamente, imbuida en sus sueños y sólo moviendo los brazos de vez en cuando. Como único ruido una televisión de fondo y algún ruido de platos en la cocina. La sobremesa tenía una temperatura maravillosa, casi idílica.
Sobre la barbilla su herida cicatrizaba ya perfectamente, y ella la llevaba con el orgullo del que no sabe ni que la lleva, sin queja ni quebranto. Así siguió la tarde por unos minutos que me parecieron cortos e intensos acompasando el latido de su corazón al mío.
24/08/2012
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