lunes, 25 de julio de 2011

La primera tomadura de pelo de June



June al principio era muy pequeñita, el primer día perdió casi 100 gramos, es normal en los niños tan pequeños, las enfermeras nos decían que cada tres horas le teníamos que dar del biberón hasta la rayita de la etiqueta por la parte de arriba, nosotros le dábamos el biberón, pero apenas aguantaba la mitad de lo que se tenía que comer y ya se lo quitaba de encima. Pensábamos que eso era que no quería más, así que durante el primer día apenas comió la mitad de lo que debía. Cuando nos trajeron la niña por la noche a eso de las 6 de la mañana la enfermera que vino (que tenía toques del este) nos preguntó que tal comía y le dijimos la verdad, que era muy difícil darle el biberón, que hacía un segundo habíamos estado dándoselo y que ya no quería más, y que apenas había tomado un dedo del mismo.

La enfermera se puso toda seria y nos dijo: "estar niñar deber de comerr muchor, vosotrosr tener que insistirr", y cogió a la niña con firmeza en la misma cuna en la que estaba, la medio sentó, nosotros atónitos veíamos como y con que brío la sostenía, le enchufó el biberón, que segundos antes había rechazado, y se lo comió como si nada, sin protestar, ni decir ni pío. Nuestras caras se quedaron atónitas, y decíamos perplejos: "de verdad, que con nosotros no quería, de verdad", nos disculpábamos como lo que éramos, padres primerizos. Una vez se enchufó todo el biberón dijo la enfermera: "y despuers de tomarr ser muy importanter sacar airrres", de igual forma que había cogido a June, le dió y la vuelta y casi sentada en su cuna le atizó unos golpes en la espalda, que de primeras nos parecieron tremendos, pero June empezó a eruptar como una posesa y se quedó totalmente relajada y feliz.


Marchó la enfermera por la puerta, dándonos una gran lección y percatándonos de que nuestra hija nos había estado tomando el pelo durante un día, pero de esa forma ya no nos volvía a engañar, y así fue, desde ese momento con la enfermera del este, June no hubo biberón que no llegase a la raya de la etiqueta y en algunas un poco más, nos volvería a tomar el pelo seguramente, pero en esto ya no.


La verdad que nos vino muy bien, esa mañana cuando la pesaron, se había quedado tan sólo en 2 kilos y 30 gramos, y era preciso que empezara a remontar, cosa que así hizo. Parecía mentira viéndole la carita que ya empezaba a tomar otro color como nos podía haber estado tomando el pelo de esa forma.


Después dormía plácidamente, por la buena comida y tan bien en parte, por los golpecitos que si bien conseguían hacerla eruptar, yo creo que la dejaban un poco baldada.


Su madre y yo, después de lo visto no podíamos por más que reírnos e insultar cariñosamente a nuestra hija, que nos había conseguido engañar vilmente.

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