lunes, 11 de julio de 2011

Nacimiento June 14: Hubo un antes y un después



Después de cerrar como si fuera una cremallera el área de operaciones me indicaron que tenía que salir, allí deje a Ana, feliz y ansiosa por adelantar el tiempo de volver a ver a su niña. Salí por el mismo camino que había entrado y me llevaron a la misma habitación de antes para cambiarme de ropa, estaba nervioso, apenas podía ser consciente de todo lo que había pasado, todo pasaba por mi mente como fotografías de momentos que nunca se podrán borrar. Me vestí, dejé el disfraz de médico en la silla y salí al enorme hall que hay en el pasillo a la espera de que saliese Ana.

Mientras, suspiré un par de veces para intentar tranquilizarme un poco y llamar a mis padres y a los padres de Ana, en ellos sorpresa, nervios y un "cómo no me lo has dicho antes", avisé también desde ahí a mis cuñados y hermano y hay cerré el círculo. Me sentía lleno, con una fuerza por dentro que no se puede medir, todo había salido bien, las dos estaban bien, lejos quedaba ya el temor cuando meses atrás decidimos no hacer la amniocentesis por el riesgo de perder a June, aún a sabiendas de posibles defectos en el nacimiento o malformaciones. En un segundo se resolvió todo, en un segundo cambió nuestras vidas.

Ana volvió a aparecer montada en su cama de Robocop, según me contó luego, la epidural le había dejado tan dormidas e insensibles las piernas que cuando se las levantaron para pasarla de una cama a otra creía que esas piernas no eran las suyas y se sentía como un maniquí que manejaban a su antojo. Sobre la cama se le notaba cansada pero muy contenta, a ella también le cambiaron el camisón por un uniforme más quirúrgico. Tomamos de nuevo el camino del ascensor hacia la habitación, ahora todo se mostraba distinto, había algo en el ambiente muy diferente, el pasillo de flores que nos guiaba a la habitación se mostraba más luminoso que nunca y se reflejaba en nuestros ojos chispeantes de felicidad.

Abrí la puerta de la 102, como quien abre la puerta de casa, y el enfermero aparcó con habilidad la cama en su sitio, dejándonos solos durante unos minutos a la espera de que nos trajeran de nuevo a June. Durante ese tiempo vivimos una sensación muy especial, curiosamente Ana no había cambiado nada su cara cuando June estaba en su tripa, que ahora que estaba fuera, algo muy indefinido pero bonito nos sobrevolaba e inundaba de amor. Hubo un antes y un después, pero seguíamos siendo los mismos.


Antes


Después


Nosotros

Nos quedamos mirando durante un rato y felicitándonos mútuamente, poco había hecho yo, pero bueno. Ambos éramos conscientes del mundo que se nos abría y por más que te prepares, nunca te lo puedes creer del todo, juntos nos sentíamos que habíamos hecho algo bueno, algo que nos acompañará por mucho tiempo y nos notamos más unidos que nunca, a sabiendas de que nos faltaba June.


Imbuidos estábamos en nuestra ensoñación paterna, cuando la puerta se volvió a abrir, June venía en un carrito empujado por una enfermera, todos nuestros ojos fueron para June. La enfermera la tomó con delicadeza y la posó sobre el pecho de su madre abrigándola en la medida de lo posible, mientras se marchaba, June se quedó tranquila con su piel rosácea sobre la piel de su madre, que emocionada apenas podía verla por el ángulo de visión más que con el rabillo del ojo. Por un momento, me sentí que sobraba, pero me di cuenta de que era el único privilegiado que podía asistir a un momento tan íntimo.

Cuando nos quedamos solos, los tres, a dos se nos humedecieron los ojos, pero los dos intentamos ocultárnoslo, era tan bonito ver a June, ver como con minutos de vida se agarraba a su madre como si fuera su mejor colchón, con su pelo todavía mojadito y con un ridículo gorrito que parecía cualquier cosa. La miramos y nos pareció preciosa, tirando por tierra, una vez más, o haciendo buena mi teoría de que los niños al nacer son todos feos, pero provocan un efecto hipnótico en los padres, en los que provocan una alteración de la visión y de la percepción de la realidad, provocándoles que los vean como la cosa más bonita del mundo. Tres corazones latían en esa habitación al mismo compás, tres diferentes deseos se complementaban en un mismo momento, y mientras la madre se sentía orgullosa de lo conseguido, la hija aspiraba sus primeros segundos de vida, el padre no habría sabido describir de otra forma mejor la felicidad. Os quiero a las dos.


Toda esta historia la escribí durante esos días en que nació June en el hospital, entre descansos, con mucho cansancio, pero con la ilusión de no olvidar nunca lo que había vivido esos días, segundo a segundo casi. Para que cuando lo leas June recuerdes lo que apenas tu memoria te dejaría recordar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...