miércoles, 6 de julio de 2011

Nacimiento June 13: Llegada con doble vuelta



Al entrar en el quirófano era mejor no fijarse en los detalles, todo era de color azul y verde, y hasta las personas adaptaban estos colores, tapados con mascarillas, parecía una fiesta de disfraces a la que yo, que ya se me había olvidado, iba también disfrazado como si fuera el Dr. House. Los médicos charlaban entre ellos he identifiqué la voz de nuestro ginecólogo Jorge Iranzo, la cama o lo que fuera ya que sólo se veían sábanas verdes y muchas tijeras metálicas estaba en el centro, adosadas a las paredes muchas máquinas sin orden definido, y tubos y cables correteando por el suelo, obedecí a la voz que me guiaba y le seguí hacia la derecha, por el pequeño pasillo que se formaba intentando no tirar nada ni pisar ningún cable, era el momento más inoportuno para cometer una torpeza.

Me tranquilicé al descubrir enseguida la cabeza de Ana, estaba al final de la sábana verde y se la veía tranquila, en su posición tumbada estiraba su brazo izquierdo en cruz sobre una tablilla en el que se lo sujetaban ya que en este tenía la vía colocada. Me hicieron sentar frontalmente al brazo sobre un taburete negro que no se de donde apareció, y lo primero que vi en Ana fue una sonrisa enorme, me emocioné al ver lo entera que estaba, pero enseguida me di cuenta que el motivo no era otro que las pintas que llevaba, verme de azul no se ve todos los días, así que me apresuré a decir: "has visto como me han disfrazado" y los dos compartimos aquella sonrisa que en otro lugar habría sido normal, pero que rodeados de médicos y enfermeras por todos lados y con máquinas que movían números y pitidos sincronizados no lo hacían el lugar más idílico.

A la derecha estaba el anestesista, que curiosamente era el médico rubio-canoso de bigote de mirada afable que me había encontrado por la mañana en el bar del hospital y que auguraba un parto de emergencia. A su lado una enfermera y ambos dos intentaban conectar unos cables con unos sensores que se sujetaban en un dedo de Ana a una máquina, fallaba el sistema e intentaban la conexión directa. Desde mi punto de vista Ana existía sólo de cuello para arriba, el resto del cuerpo se encontraba tapado con un parapeto de sábanas verdes que me hacía perder hasta su barriga de embarazada, se notaba como los médicos palpaban sobre su tripa pero lo único que podía ver eran los movimientos de sus brazos, esto me provocó un alivio ya que durante la intervención no podría ver nada que marcase mis vidas futuras. Una enfermera jefe se encontraba a mi izquierda y se encargaba de darle todo al momento a Dr. Iranzo, por el resto de la estancia pululaban diferentes enfermeras que se repartían llevando cosas de un lado a otro.

Sin previo aviso el Dr. Iranzo, dijo un: "vamos a por ello" que obtuvo el asentimiento de cara del anestesista y procedió a cortar con el bisturí. Aunque miraba de frente, el maldito rabillo de mi ojo izquierdo se esforzaba por intentar ver lo que no debía ver, mis ojos miraban al frente a Ana y con mi mano sobre su mano le trasladaba energía, pero el rebelde ojo izquierdo se desplazaba hacia la izquierda ampliando su normal ángulo de visión. Los bisturíes y tijeras volaban sobre mi cabeza y aunque se notaba como abrían y abrían el cuerpo de Ana con movimientos que a mi se me antojaban como bruscos, la cara de Ana permanecía como si no le estuvieran haciendo absolutamente nada, el poder de la epidural o santa epidural, era ciertamente muy grande. Cortaron y cortaron hasta llegar al sitio, todo se hacía sin contemplaciones y el silencio era eterno, no había ni miedo ni dudas en unos movimientos en los que se notaba estaban muy acostumbrados, desde una máquina se aspiraba sangre y el maldito ojo izquierdo me delataba que con unos extensores le estaban abriendo toda la tripa, y Ana hay seguía como si no pasara nada, al igual que en el truco de magia en el que meten a una mujer y la cortan en partes y la cara y mano, que es lo único que queda visible se muestra tan feliz mientras el mago se lleva a unos cuantos metros sus pies, pues así era, yo apretaba su mano sufriendo más que ella ya que el traqueteo que le estaban dando era importante, movían a Ana de un lado para otro y ella con entereza ni se inmutaba. Mientras el anestesista y enfermera seguían intentando conectar el cable que todavía no habían conseguido monitorizar.

"Pero si es que aquí no cabía, esta niña no tenía espacio, como no se iba a cansar, tiene una doble vuelta del cordón" dijo de repente el Dr. Iranzo con un tono muy cariñoso en la voz, como si June le pudiera oír, ahora se entendía mucho mejor el cansancio que mostraba June cuando se intentaba encajar, y por un leve suspiro sentí alivio ya que habíamos llegado a una cesárea pero aunque hubiera sido más tarde, también tendría que haber sido cesárea. Por encima de la tela y desde el maldito rabillo del ojo veía como sacaban cosas de dentro de la tripa de Ana y las tiraban a los lados, no paraban de sacar y sacar, por mi lado tiraban las gasas empapadas en sangre que se amontonaban en el suelo, con una sangre de un color rojo intenso, como en las películas de bajo presupuesto. El anestesista a mi derecha, le dijo por fin un "déjalo ya, ya no importa" a la enfermera que todavía intentaba desconsoladamente hacer funcionar esos cables de los que ya había cambiado todas sus piezas.

Absorto estaba en mis pensamientos cuando el Dr. me dijo si quería ver como salía June, "Noooooooo" contesté con celeridad, con lo bien que yo estaba en mi taburete negro intentando controlar a mi ojo traidor, lo que menos quería recordar era a mi mujer con la tripa abierta y sangrante. "Mejor" dijo la enfermera jefe, argumentando que igual me tenían que atender a mi por desmayo, no acertó, no era esa la causa, es más un error de sistema de mi cerebro que tiende a retener caprichosamente imágenes y que las hace aparecer cuando menos uno quiere, por la misma razón que no puedo comerme un pescado entero o cualquier otro animal que no esté troceado, tiendo a verlos nadando como Nemo o piando en una granja. Aquellos segundos se hicieron largos, de repente sobre el parapeto de sábanas verdes apareció June, toda manchadita y agarrada todavía a su madre por el cordón umbilical que tenía un aspecto negruzco y sanguíneo con la forma de un regaliz retorcido, le ayudaron a Iranzo y entre todos tomaron a la niña, la cortaron definitivamente de la madre y envuelta en una mantita se la llevó la matrona que había aparecido de repente a la velocidad del rayo, que en ella no era muy difícil, "ahora te la traerán" dijo una voz dirigiéndose a Ana. De repente ya había pasado todo, sacaron de la tripa de Ana a June como el mago saca a un conejo de su chistera, nadie se pregunta si el conejo podría haber sido en lugar de blanco de otro color, la magia es que ha salido un conejo, yo me sentí igual, en ese momento me daba igual que tuviera tres piernas o siete orejas, era mi niña y ya no dejaría nunca más de serlo.

Pasó tal vez no más de un minuto que se eternizó mucho más, todos los que estábamos allí esperábamos la vuelta de June, por fin una enfermera con una sonrisa en su cara nos trajo a June, tapadita y apenas sólo viéndole la cara, "está toda perfecta, todo bien, darle un beso si queréis", ante aquellas palabras proféticas acercamos nuestros labios a su piel de recién nacida intentando retener ese carita que por primera vez tomaba forma, apenas dos segundos de visión que rellenan media vida. En los ojos de Ana brillaban su pupilas fruto de unas lágrimas densas de sufrimiento acumulado, se la llevaron y de nuevo se recobró el ruido en aquel quirófano, los pitidos de las máquinas volvían a rugir y los médicos mucho más contentos empezaron a coser mientras contaban chistes y hacían que aquel lugar, escenario de grandes tragedias y muchos dramas, pareciese ahora una reunión de amigos. Entre cose y cose con gran habilidad y rapidez, nuestras manos se apretaban repitiendo a coro un "ya está, ya ha pasado todo", mientras catorce grapas, en realidad eran trece pero hubo que buscar sitio para una más, sellaban el espacio donde apenas hacía unos segundos latía otra vida.

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