lunes, 4 de julio de 2011

Nacimiento June 11: Una bomba para June



Pilar, la matrona, volvió a entrar corriendo, que en ella era su paso natural, sin apenas darnos cuenta ya la teníamos dentro de la habitación, pero ahora venía acompañada de una enfermera que llegaba con la lengua fuera por la velocidad con que le había hecho recorrer el pasillo de la planta. Ambas venían cargadas a tope, la enfermera empujaba una máquina a la que denominaron "bomba", un nombre de lo más técnico y definido, y Pilar portaba en sus brazos dos goteros y una bandeja repleta de cosas que por poco no se caían por el suelo del movimiento que les propinaba.

Se colocaron diligentemente, una por un lado y la otra por el otro. "Mira Ana, yo no estoy conforme, lo he hablado con el Dr. Iranzo, y te voy a poner algo para provocarte contracciones y ver como reacciona el bebé, vamos a ver que pasa y con eso tomaremos una decisión", comentaba Pilar mientras no nos miraba a ninguno a los ojos y ya estaba disponiéndolo todo sobre la cama para actuar, "cualquiera le dice que no", pensamos mentalmente Ana y yo. Colocó los goteros sobre la cabeza de Ana que los miraba sin saber muy bien que es lo que iba a pasar, tomó su brazo derecho y se dispuso por tercera vez a abrirle una vía en su muñeca. Ana sólo pensaba que hacía unos minutos se la habían quitado del otro brazo y si la situación hubiera sido otra hasta una lagrimilla hubiera surcado por sus ojos, pero no era el momento. Pilar golpeó su muñeca con tres toques precisos que anestesiaron la muñeca, Pilar le echó el ojo a la vena a atacar, mientras Ana volvía a augurar en un leve intento: "tengo muy malas las venas", de nada le sirvió, Pilar ni la oyó, la experiencia y la bravura de la acometida le hicieron a Pilar colocar la vía en menos de los que canta un gallo, Ana apretó los dientes, y para cuando los aflojó Pilar ya le había colocado el esparadrapo y estaba abriendo los goteros con una mano y con la otra enchufando la "bomba" para meterle unos buenos viajes a la tripilla de Ana. "Te vamos a provocar unas contracciones y veremos como reacciona".

Mientras Pilar se posicionaba sobre la máquina y volvía a plegar y desplegar los papeles, y los miraba y miraba, pasaron unos minutos que se hicieron largos, en los que ni cuenta nos dimos que la enfermera ya se había marchado con la bandeja metálica, las gasas y esparadrapos, tras unos minutos Ana empezó a notar los primeros viajes de la "bomba", en su cara se notaban. "Ahora, en poco tiempo comenzarán las contracciones, y veremos como responde el bebé, es que no me quedo tranquila, sino". Ana asentía desde la cama moviendo la cabeza ya que se había vuelto una incondicional de la matrona tras la vía que le había puesto y los movimientos que empezaban a generarse desde los riñones a la tripa.

Pilar se marchó, sin apenas darnos cuenta, me levanté para mirar la máquina, hasta ahora había aguantado toda la situación de pié en un rincón de la habitación, en momentos parecía que era un espectador invitado a un momento muy íntimo, todos los ojos y atenciones eran para la madre y así debía de ser. En la máquina, el papel y las líneas delataban que June se movía en algún momento aunque con cierta levedad. Las contracciones buenas empezaron pronto y al principio pareció reaccionar bien June, pero al poco volvía a entrar en una línea de aspecto monótono, recto y horizontal. Pilar volvió a entrar y mientras miraba de nuevo nerviosamente los papeles de arriba a abajo, y volvía a mirarlos desde el principio creando un curioso acordeón de papeles, las miraba con la misma atención que les había dedicado las 200 veces que los había mirado ya. Su cabeza giraba de un lado hacia otro negando lo que veía, hasta que por fin dijo sin mirarnos a los ojos, hablando a la máquina: "Mira Ana, en un 99% de los casos esto es para cesárea, así que voy a hablar con el Dr. Iranzo y vemos cuando te metemos por la tarde, ya no podemos someter a más sufrimiento al bebé, y ante esto, se saca y ya está". Del trasfondo de sus palabras se intuía que se callaba parte del argumento que no mencionaba por no asustarnos, seguía moviendo su cabeza en sentido horizontal mientras recogía la "bomba" y los goteros y desaparecía como si fuera a montar un puesto en el rastro.

"Bueno, pues nada" fue la primera frase que dijimos segundos después de salir Pilar, que salía con la "bomba" en la mano, mientras nos había dejado toda una bomba de emociones dentro de la habitación.

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