jueves, 18 de octubre de 2012

La ropa desperdigada



El 28 de julio nos tocaba volver de Asturias corriendo ya que mi padre había sido hospitalizado. Un derrame cerebral le dejaba en una habitación de un hospital y las vacaciones en Asturias ponían un punto y seguido. Casi sin tiempo hicimos las maletas y regresamos a Zaragoza. La vuelta no tenía ese sabor de otras veces, y muchas cosas pasaban por la cabeza. Nada más llegar dejamos a June en el salón e íbamos descargando las maletas y las bolsas del coche. Para cuando nos quisimos dar cuenta, June había dado buena cuenta de varias bolsas y lo había desperdigado todo por el suelo.


Con su vestido blanco, una vez que hizo la travesura se colocó sobre la terraza, mirando sobre sus puertas, todavía enrejadas, a la maceta grande que es nuestro jardín. Parecía simbólico que después de estar en el norte buscaba lo verde de casa con un calor que en Zaragoza se volvía casi axfisiante.


Sobre el suelo nos encontramos su piscina hinchable, el hinchador, ropa, más ropa, y muchas más risas cuando de repente nos encontramos el espectáculo que nos había montado. Por un momento la tristeza y los miedos se apartaron y la sonrisa más grande del día nos la provocó June.


Ella seguía un poco perdida, volviéndose a encontrar en casa y deseando ser libre y volver a la naturaleza. Gracias June, por hacer esas cosas que desde tu inocencia, despiertan la nuestra.

28/07/2012

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