lunes, 22 de octubre de 2012

Una cabezadita



A finales de julio en Zaragoza el calor era importante, y más después de haber venido desde Asturias con sus benditas temperaturas. Los días eran complicados, yo empezaba a pasar una noche sí, y otra no en el hospital para cuidar de mi padre, y la diferencia entre el día y la noche eran confusas. Mientras preparábamos cosas en casa, dejamos a June en su trona, diciendo cosas ininteligibles y riéndose. De repente dejamos de oírla y cuando nos volvimos nos la encontramos así, profundamente dormida.


Su propio cansancio le había hecho caer con un sueño de cabeza en caída libre. Dormía tan plácida que de su boca salía un ronquidito tierno. Por un momento nos quedamos embobados, sufriendo el efecto pecera que producen los niños y sin saber muy bien, si enderezarla o dejarla como estaba por no perturbar el sueño.


Allí, mirándola, con esa tranquilidad que me aportaba, cualquier problema se hacía pequeño.

29/07/2012

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