A esa hora de la tarde en que los deseos se convierten en sueños y las sonrisas mitigan el cansancio, madre e hija, hija y madre se apoyan la una en la otra. Sus cuerpos en contacto hablan de un amor muy especial, de los que no se pueden describir, de los que las palabras no hacen más que entorpecer un momento mágico.
La una se siente segura, la otra encantada. La una levanta la cabeza, haciendo ver que todavía sigue activa, la otra, al separarse su cabecita, siente el calor que le daba.
A esa hora de la tarde en que el amor produce envidia y la magia se convierte en realidad, madre e hija, hija y madre recuerdan los meses que vivieron juntas.
25/07/2012
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