En Asturias se había soltado June y ya había comenzado a dar sus pasitos de la mano. Allí no teníamos tacatá, así que nada más llegar a Zaragoza la colocamos en su vehículo heredado de su primo Daniel. El coche era para verlo, soltaba sonidos de todos los sitios como si fuera una discoteca móvil, y eso precisamente, era lo que más atraía a June. Al principio lo cogió con muchas ganas y daba gusto ver como sus dos pies resbalaban por el suelo, pero al poco pedía salir, ya que la muy "viva" prefería condenar nuestros riñones y que la llevásemos de la mano.
Os dejo con un vídeo que demuestra lo que os digo:
29/07/2012
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