Poco a poco June se iba adaptando a la cuchara, aunque volviera la cabeza de un lado a otro, y encestar la cuchara en su boca se convirtiera a veces en todo un suplicio de alta dificultad. La mayor parte de las veces a derecha e izquierda quedaban rastros de papilla que marcaban los impactos fallidos de la flexible cuchara.
Eso sí, cuando prestaba atención el ensamblaje se realizaba de una forma perfecta y casi milimétrica, aunque no se pudieran borrar los errores anteriores. Paciencia y mucha tranquilidad para una niña que ya come de cuchara.
17/12/2011
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