lunes, 7 de mayo de 2012

El suplicio de San Ventolín



Después de la fiesta, los días de risas y las noches de magia, llegó el suplicio y las penalidades, la vuelta al trabajo y June con su catarro en el pecho que iba a más, tocó ira médico nada más aterrizar e inmediatamente le pusieron Ventolín en mascarilla para que no le afectase a sus pequeños pulmones.


La parafernalia era interesante, entre jeringuillas de medidas exactas, aparatos siniestros de ruido ensordecedor, y vapores que entraban en un cuerpo diminuto.


La verdad es que June aguantó con valentía bizarra todos los días del tratamiento, al principio aún se quejaba algo, pero al poco hasta se quedaba dormida entre el ruido de la máquina y los efluvios del Ventolín.

12/12/2011

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