Cuando la noche todavía es la dueña de la calle y un frío helador corría por las rendijas de las ventanas, June nos llamaba desde su cuna cuando el tiempo se podía marcar todavía con una mano, yo ya casi estaba despierto y aproveché para dar un rato de descanso a su madre, a la que tenía vuelta y vuelta tras los despertares de sus sueños.
June estaba completamente despierta, así que en el silencio de la noche la saqué de su cuna y la coloqué sobre su manta de juegos, allí la miré y la miré, asombrado de lo que la vida me había traído, sonreía por fuera y lloraba por dentro en una mezcla de sensaciones que sólo me dejaban mirarla y seguir soñando despierto de madrugada.
22/01/2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario