Estrenaba zapatos rosas que le había regalado su abuela Maribel, era la primera vez que se ponía zapatitos, y le resultó extraño, sus pies que fácilmente se acomodaban a los calcetines, se negaban a dejarse meter en un cubículo con cordones. Apretábamos de un lado y de otro para intentar meterle los pies pero parecía imposible.
Tras mucho tirar de un lado y de otro al final lo conseguimos, y June nos miraba con cara extrañada, se sentía rara, como si le habríamos atado los pies, como si no fuera libre.
Poco a poco se fue adaptando y más al notar que le mirábamos los pies, comenzó a moverlos de lado a lado sin parar con sus famosas patadas voladoras, y hubo que abandonar la sesión fotográfica por la seguridad de la cámara y la de uno, que también es importante.
Desde hoy, no parará de pisar fuerte.
18/01/2012
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