Después del tiempo pasado, corto, pero largo en vivencias, vuelvo la vista atrás, y recuerdo que hace un año asistíamos a las visitas con nuestro obstetra, Jorge Iranzo, temerosos de sus exploraciones y deseosos de saber que todo iba bien, y que todo seguiría como deseábamos. Salíamos felices, ilusionados y con ganas de seguir luchando por lo que tanto habíamos deseado.
Ahora hace un año que se cumplían las 19 semanas y media de embarazo, Jorge nos dio los primeros toques relativos al peso, pero Ana sin poder levantarse de la cama, lo tenía bastante difícil y además disfrutaba cuidándola y haciéndole los platos que más le gustaban, viniendo todos los días a comer con ella para sacarla un poco de su encierro obligado.
El hematoma parecía que empezaba a desaparecer y nuestro porcentaje de éxito aumentaba, aunque éramos conscientes que quedaba mucho camino por delante. Miro desde hoy aquella cartilla médica y entre líneas se me quedan muchos momentos duros, a la par de los buenos, y la veo como el plano de una batalla que ganamos.
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