Aunque hacía frío y el día del Pilar había cambiado de la noche al día, paramos a tomar algo en un bar de esos que hay que rezar para que atiendan y los modales y la educación se quedan en un segundo plano, pero pagaban los abuelos y eso siempre hay que aprovecharlo. Sacamos unas tapitas y June cogió en su mano una croqueta de bacalao en su mano y no la soltó.
Emitía sonidos incongruentes y la tapa no la soltaba, su madre al principio la miraba con ansia, poco a poco y conforme se fue enfriando dejó de ser apetecible. Por suerte, pudimos marchar y soltó la croqueta.
12/10/2012
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