martes, 10 de septiembre de 2013

Adiós 112



Las esperas siempre se hacen largas, y cuando te quieres ir a casa de un hospital, bastante más. Aquella habitación, la 112 de la Clínica de Montecanal, había guardado entre sus cuatro paredes la alegría de conocer el desenlace maravilloso del embarazo de Naia. Verla cada día, conocernos poco a poco y ver como su madre se recuperaba cada día un poco más de la cesárea eran recuerdos muy difíciles de olvidar.


Eran las 10 de la mañana y la puerta de la habitación 112 se abría. Entraba Jorge Iranzo vestido de calle para revisar que tal se encontraba la madre de Naia. Mientras palpaba con sus dedos la tripa de Ana nos decía que había visto a la niña y se encontraba perfecta y que veía que la madre también, así que nos daba el alta. Nos entregó los papeles para llevar a diferentes sitios y conforme salía por la puerta nos faltó tiempo para prepararnos y salir corriendo para casa.


Subí el cuco del coche para sentar a Naia en el mismo, y el paso de recordar a June sentada en él, hace unos días, a ver a Naia acomodada en los correajes, nos demostró lo pequeña que era nuestra nueva niña. Todo le quedaba grande.


No le gustó mucho esperar hasta que una enfermera nos trajo el último papel, y berreaba por abandonar la comodidad de su nido y tener que aguantar los correajes. Bajamos corriendo por las escaleras de atrás ya que había dejado el coche en ese lado y nos faltaron pocos minutos para salir con el coche los tres juntos. 


Para Ana también era una sensación nueva, después de entrar embarazada y salir con una niña en el asiento de atrás, y para mi era una sensación curiosa, con cierto nerviosismo y cargado de emoción. Mientras Naia lloraba hasta que dimos la primera vuelta.

01/05/2013

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