Comenzaba el día del trabajo con muchísima ilusión, en principio si el pediatra veía bien a Naia y a la madre, nos daban el alta para volver a casa y poder juntarnos toda la familia. El día tenía un sol precioso, aunque fuera hacía frío y tenía muy poco de primaveral y mucho de invernal la mañana.
Naia pasó la noche como todas las demás, demandando a su madre cada poco tiempo. Fue la primera noche que nos quedamos completamente con ella, aunque la anterior casi fue completa. Ana decidió vestir a Naia como de día de fiesta, con esa ropa que te regalan y que sólo te pones ese día, pero antes de cambiar estaba de risa, dormida boca abajo y con el culo en pompa, igual que muchas noches que duerme June.
Ana la preparó con cariño, le colocó la ropa con cuidado después de comer y nos quedamos mirando sus manitas y a nuestra niña como queriendo retener el recuerdo de esas últimas horas que queríamos vivir en el hospital.
Mientras traían el desayuno a Ana y yo bajaba a comprarle algo de dulce para celebrar el buen final de un embarazo, Naia dormía con tranquilidad y sosiego, totalmente ignorante a lo que iba a pasar en un día tan importante.
01/05/2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario