Pendientes de Naia

Se llevaba todas nuestras miradas, todos nuestros anhelos. Poquito a poco nos acostumbrábamos los unos a los otros, sin prisa, con toda una vida por delante. Por la mañana pasó la comadrona tocaba hacerle el agujero del pendiente a Naia. Se la llevó con rapidez, y la trajo con la misma. Naia se fue tranquila y volvió tranquila, como si no le hubieran hecho nada.

Volvió con los pendientes puestos, dos tréboles regalo de los abuelos que brillaban casi tanto como ella. Nada más llegar se puso a comer, y con pendientes o sin pendientes, es muy difícil quitarle un segundo la mirada. Siempre nos tendrás pendientes Naia.

30/04/2013