Mi hermano como siempre no podía parar quieto y se dedicaba a picar a Daniel y a June. La abuela apenas podía moverse de felicidad y Naia se rebelaba ante tanta quietud. Mi padre también permanecía inamovible como si el tiempo no pasara para él. June no perdía ojo de todo.
Tocaba hacer una foto de recuerdo de los abuelos con sus tres nietos. En el fondo los miraba y veía en Daniel a mi hermano y a mi me veía en June. Por detrás se oían gritos pidiendo tarta a toda costa, aunque Naia parecía que también quería probar el dulce pronto.
La abuela estaba contenta y emocionada de poder celebrar el cumpleaños con la recién llegada Naia. Las dos se hablaban a su manera y se decían cosas que ellas sólo entendían.
Por fin a falta de las velas de cumpleaños, mi madre sacó de un armario un pedazo de vela que parecía un auténtico cirio de semana santa. Las caritas de los más pequeños se encendían de emoción deseando soplar la tarta de cumpleaños de la abuela.
Y así lo celebró la abuela, soplando con nuevos deseos para todos los buenos tiempos que nos venían por delante. El tiempo pasa y las familias cada vez son algo más maravilloso. Cuidado mi padre al fondo que no quería perderse nada. Aquí os dejo un vídeo en el que se puede ver el momento de comerse la tarta y cómo mi hermano se dedica a chinchar a June.
Mi padre tampoco pudo evitar dedicarle a su mujer una canción que le cantaba en todos sus cumpleaños cuando éramos tan pequeños como Daniel o June. Una canción que si su autor lo oyera no sé si tomaría otro tipo de medidas.
02/06/2013
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