sábado, 3 de septiembre de 2011

El odioso papeleo



Lo primero nada más salir del hospital y dejar a mis niñas en casa, bien cuidadas por sus padres una, y ahora abuelos otra, fue llevar corriendo la prueba del talón al Miguel Servet, dejé a mis chicas en el coche, por primera vez solas y corriendo de aquí para allá hasta que encontré donde era, después a casa. Ahora me tocaba rebuscar entre los papeles y llevarlo todo completamente bien rellenado y sin que faltase nada a una tropelía de sitios, cosa harta difícil y me vi obligado a dar unos cuantos viajes de aquí para allá. También tocó mi primer contacto de vuelta a la oficina con mi nueva y diferente etapa, me seguía sintiendo el mismo pero algo desde dentro me decía que mucho había cambiado en mi.


Gracias a las clases preparto y a Ana que nos había dado una estupenda documentación de cómo, cuándo y dónde había que llevar todos los papeles costó menos que lo que podía haber sido una aventura en solitario ante las administraciones públicas: registro civil, seguridad social, salud, hospitales…


En el registro civil a esperar como en tantos sitios, mientras ves que los números de determinados puestos avanzan un montón la que tienes asignada, no se mueve nunca, te acercas a comprobarlo y allí esta, estar al menos está, pero hablando con una persona y con gran tranquilidad. Tras mucho esperar y ver como la gente entra de un lado y de otro, en un mix cultural cuando menos curioso, por fin me toca.


Me atendió una señorita, y tras repetir el nombre y escribirlo un par de veces todo pareció ir de magnífica forma, tras un rato en que rellenaba los papeles y se apresuraba, ya que tocaba el turno del café, ya teníamos el libro de familia con una página más, la página de June indicando ese 9 de junio de 2011 que se no se nos olvidará nunca.


Después vendrían la Seguridad Social y tantos sitios de los que no quiero acordarme.

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